martes, junio 27, 2006

Salmo


Me he consumido a fuerzas de gemir, todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con lagrimas, mis ojos estan cansados de sufrir, se han gastado a causa de todos mis angustiadores.
salmos 6: 6 y 7
Entonces someto las tinieblas para mi escondite, permaneciendo para siempre refugiada entre un inquieto desamparo. desiende la muerte y se oye la voz de un cantico que respira crueldad, extiende sus brazos a aquellos de sucia boca, que saborean la desdicha, condenados a envejecer con la angustia que confieza el ardor amenazante del enemigo plasmante en su lecho enfermo, nombrado por el alma súbita del slencio, suicida soberbia; mentira que trae consigo el juicio de los que aun viven, de aquellos que lograron perdonar el sociego de esta deseche e inmunda vida.
Clamar el poder del hombre quebrante de corazón, tembloroso palacio desolado que derrama el sabor de tiempos pasados, glorioso mar de moradas ciertamente ajenas, al perpetuo resplandor de las cenizas propagadas al fuezo que habia crecido al rededor de su cuerpo ¿como saciar el terco y rebelde pacto que desorienta nuestros pecados? llenar de fronteras el alto engaño derramado en nuestra piel, entender la debilidad del huerfano derribado por su apocento lleno de injusticias.
Denisse*

lunes, junio 26, 2006

Insomnio


Encontré la muerte de cigarrillos embotellados, despues de haber inhalado el infinito de mi memoria, escurriendose el fantasma del reloj.
Levanté la mirada para volver mi rostro contra la pared, la obstinada fotografia que se impregna de aprisa en la borrachera que coge ahogos en llantos matutinos y sombras cuadrantes entre calles sin salidas, ajenas al brindis monumental de recuerdos color marron, fuego y ardor de besos que nos tumbaban en la habitacion.
Desabroché la luz del deleite que multiplica mi nombre cortejeado de olvidos y ausencias extrañas, lo que emana la botella vacia que queda sobre la mesa, destiñiendo un vomitar de ideas que desnudan mi conciencia, embalsamante reflexion sobre la muerte del poeta que se agobia de alcohol entre alusinasiones raspantes en la garganta, donde resbala el colchon del descanso apasible que fijé para mis sueños.
Se escribe la guerra de mis tripas, despues de vaciar los bolsillos en un camino apetecido de locura y florecer de silencios proclamados por la molestia de la bilis resonando en mis labios entre abiertos, para volver entre sabanas a trasformar esta habitacion en un jodido desorden, despues de cargar con las patrañas que asechan mi andar.