Te observo, tus manos se mueven al compás de nuestras risas y nuestro llanto, dibujando un mar de palabras que desconozco. El viento lo golpea todo, tu navío es extraño, pero aun así llamas mi atención, mis ojos devoran el alma y la carne, para encontrar tu dulzura, aquello que grita tu mirada, lo que pide tu silencio.
Si ayer no te siguió mi sombra en el aire, en el sol, es porque la maldición de los amantes se plasma en el desierto, despertando una sonrisa envolvente en la danza de mis pensamientos, robando la tranquilidad, de un secreto, una sensación, un insinuante murmuro entre cuatro paredes que nos advierten de la soledad.
Te escondías en una pendiente esquiva, en la que tu presencia era una sensitiva unión de tu ser. No pude ver la primavera en quimeras azules pero si pude admirar la desnudes de tus palabras, después de que tu voz se cruzara con una mirada, aun así quise seguir con el plan de asaltar tus manos, tu cuerpo, tu sombra.
Una historia, que jamás oirás despierto, solo en sueños encontraras el frente de luz que arroja a lo lejos, el astro triste que tuve en mis brazos, una dulce melodía que no terminara jamás.
Y así, sufriré un tiempo, después vendrá el olvido, lo que perdona, tu, de mi, desunido, serás lo que antes fuiste, yo, lo que antes he sido; dos distintas personas seremos en la vida. Vas a entrar desde ahora por siempre en mi pasado, tal vez nos encontraremos en la calle algún día, te veré desde lejos con aire descuidado y llevaras un traje que no te conocía.
Por ultima vez mírame, quédate ven, no escapes, en la calle hace frió, quizás nos entendamos, estoy rompiendo siempre el aire con suspiros, pero mas me duele saber que te iras.
Denisse*